jueves, 20 de marzo de 2008

El Aragones Errante


El tipo continuaba andando, en círculos, guitarra al hombro y dolor a cuestas, perdido pero feliz de poder seguir.

Tantas plazas conquistadas, tantos caminos olvidados, con un solo punto en la memoria; encontrar un hogar de brazos tibios, con aroma a hierba, almizcle y ron.

La decadencia lo abordó un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, un momento cualquiera, sin sobresalto, sin angustia, simplemente toco a su puerta en aquel hotel mientras los vapores del tabaco, el whiskey y el hachís se diluían.

La luna ensombrecía sus pasos, adormecía sus ojos e inundaba sus pulmones, no había nadie al rededor, ni el susurro del viento o el canto de un grillo, solo el silencio de la noche.

Llegó a un descampado lleno de penumbra, hizo un alto, levantó el rostro y el viento alborotó su cabellera oscura. Lentamente bajó su guitarra, su bolso y se decidió a pasar allí la noche.

Solo con sus penas y con su soledad atragantandolo se desplomo, en silencio encendió un cigarrillo mágico y dedicó la primer bocanada al ser perdido, ese que entre tragos y canciones se despidió para no volverlo a ver, esa fue su última perdida, la última derrota.

Algunos minutos después una fogata iluminó la noche, se instaló allí mismo, saco la guitarra y entonó el primer acorde, una melodía lacónica brotó de sus manos mientras un torrente de lágrimas escurría por su rostro. El dolor lo recorrió por completo y un ambiente de tristeza cubrió el cielo estrellado en esa zona sin vida, entonó tres canciones llenas de amor y de dolor, encendió otro cigarrillo y susurró el nombre del ser amado y perdido, no volvería atrás ni volvería a ver su sonrisa de ángel, ni a disfrutar las noches de locura que vivía a su lado. Cerro los ojos esperando que el estupor lo abordara, entregándose al sueño de muerte que lo acurrucó poco a poco.

Esa noche soñó que su cuerpo era de hojas secas y voló por el firmamento, cruzando el océano azul hasta llegar a un valle cubierto por espinas y giralunas. Soñó que él era el viento, su mundo el cielo y su hogar el mar.

A la mañana siguiente una sonrisa apareció en sus labios, cogió su guitarra, su bolso y decidió partir hacia la nada, y continuó andando, guitarra al hombro y dolor a cuestas, perdido pero feliz de poder seguir adelante.

lunes, 3 de marzo de 2008

Senda


Esta caminata hasta donde converge la humanidad
me llena de hastío,
tantas oportunidades perdidas,
tantos momentos extraviados,
pero sobre todo tantas palabras ficticias.


Empieza la cuenta regresiva
para llegar a mi nueva vida,
con una perspectiva
distinta del infra mundo,
con una idea divergente, congruente,
fortuita, autentica.


No es necesario mirar atrás, ya no,
la oscuridad barrió con todo
lo que me anclaba a este lugar,
anulando las falsas perspectivas
en un mundo falso, que solo pretende
exprimir mi ahora sin darme un para que.


El camino es oscuro al rededor
con una salida hacia una zona de luz,
donde la noche solo llegará para dormitar a mi lado
cuando la luna nueva decida decender a susurrarme
palabras que impregnen de magia
las paginas de este libro de las sombras en que escribo.


No dejaré que la locura abandone mi andar,
tampoco que lo que soy deastruya lo que quiero ser,
sin trucos, sin miedos,
siendo simplemente yo
de aqui en adelante.